Di no

Amigos, entiendo vuestra ansiedad por saber lo que va a pasar, pero os aseguro que la presa deportiva no es la forma de averiguarlo. No sólo está compuesta por personajes muy mezquinos y dados al rencor, sino que cada uno defiende sus intereses pecunarios (bonita palabra, ¿eh?), y, sobre todo, no saben mucho más que cualquiera de nosotros. Por muchas filtraciones que haya, el resultado final depende de dos o tres personas que ahora mismo no están muy por la labor de hablar claramente. Así que, aunque el resultado se intuye, la única opción es esperar. Cuando pase lo que sea, por la prensa generalista os enteraréis igual que por los tebeos, y con mucha menos paja (en todos los sentidos, que más de uno ya se esá acariciando con el alemán). Con la portada del As y el artículo de Roncerdo me limpio el culo.

Con todo, hay que hacer mención a la entrevista que nuestro ínclito presidente dio ayer a De La Almorrana. Cito alguno de los pasajes más memorables:

Calderón: «Dice que no ha sentido el respaldo de Ramon Calderon… no entiendo, si alguien le ha respaldado ese he sido yo» Jo jo jo, el de «estamos barajando tres posibles entrenadores».

Riendo: «Un periodista amigo nuestro llegó a decir que publicaría que [a Capello] no le atendiesen en las gasolineras, en los mercados, que a sus hijos no les vendiesen caramelos. Un poco exagerado, vamos.» Ja ja. Me parto, tú.

De la Almorrana: «Los jugadores le apoyan, no sé si por conveniencia. Por ejemplo Guti, inexplicablemente».

En fin, un linchamiento moral en toda regla, con la aquiescencia y la algarabía de nuestro muy limitado presidente. Tristísimo espectáculo para el madridismo. Calderón tiene bastante de tonto y algo de malo. A ver, cenutrio: El día de la victoria en la Liga hay que ir a las radios a restregarles el papelón lamentable que han hecho y a poner a tu entrenador por las nubes, no a hincar la rodilla. Esta presidencia, es evidente, está marcada por la debilidad. Un jirón de papel llevado por el viento tiene bastante más estabilidad que el primer dirigente de nuestro club. Por ello la última esperanza del madridista de bien es que este hombre acierte en su último bandazo, aunque sea por el azar, por la influencia de gente más cabal, o incluso a base de hostias. No queda otra.

Mientras tanto, yo me quedo con esta imagen, un instante congelado en el tiempo antes de que ningún buitre carroñero pudiera estropear la fiesta: un Fabio triunfante ante el odio y la mentira, y adorado por unos jugadores a los que volvió a convertir en ganadores. Esta es la verdad del madridismo.